Solamente pude remar hasta la orilla. Luego, sentado a lomos de una mariposa crucé cinco universos

Una vez vi una escalera sin peldaños, por ella se podía subir y bajar al mismo tiempo

El sol quedó enredado entre la hierba más madrugadora. Inmovilizado.Aquel día, el gallo cantó al mediodía

A lomos de un mar en calma observo esa ola que no llega

Y crecio tanto el color rojo que el negro casi desaparecio. Esa fue mi intención

Y como se le dejó emerger, aprovecho el descuido para separar lo que antes siempre había sido una unidad.

Llegué al horizonte pensando que desde allí podría observarle, pero la mirada no pude lanzarla tan lejos como pretendía.

Una estela de huellas voy dejando para que nadie pueda seguirme hasta mi madriguera.

Volé y volé hasta conseguir hacerlo en solitario. Solo entonces pude escuchar el sonido que con tanto ahínco había buscado.

Un ramo de tiempo, por mi diseñado concienzudamente, me hizo tan fuerte como para alejarme del bosque

Me sorprendí al descubrir que todo era más ligero cuando pude dar rienda suelta a mi mirada

Hacia el Este anclo mi mirada, donde encuentro el Norte de quien me ilumina

Subo los inexistentes peldaños para elevarme bajo el arco que nunca llego a cruzar

Todos contemplan mi perfil indio, pero nadie mira cómo aletea mi mirada a mi alrededor, esencia de mi alma

A veces da la impresión que me alejo hasta tocar el horizonte, pero no deja de ser otro velo de fina seda sobre los sentidos.

Allí, entre una densa masa, permanezco atrapado sin posibilidad de fuga

Aunque todos esperan mi giro diario, pocos comprueban mi fidelidad al Este